Estamos acostumbrados a escuchar la palabra inmunidad frecuentemente, en medios de comunicación, en centros médicos, en la misma calle a diario y en otras numerosas situaciones y sitios. Sin embargo, puede que la tendencia antropocéntrica del ser humano, no nos haya dejado plantearnos las siguientes preguntas: ¿Solo nosotros tenemos sistema inmune? ¿Somos los únicos seres vivos capaces de defendernos frente a una invasión vírica? ¿Cómo ha perfeccionado la evolución el sistema inmune?
Si te has quedado con ganas de saber la respuesta a estas preguntas y te invade la curiosidad, continúa leyendo este post. Te adelanto que te sorprenderá saber lo “armada” y las capacidades guerrilleras que una pequeña bacteria puede tener.
Podemos comenzar dando rienda suelta a la imaginación y suponer la siguiente situación:
Nos encontramos en un frente de guerra, a un lado bacterias, y a otro lado los famosos bacteriófagos, virus capaces de infectar bacterias. Cada uno de los combatientes de esta minúscula “guerra” posee sus propias armas, las cuales veremos a continuación.
Los bacteriófagos más simples poseen como arma su propio material genético, el cuál puede ser ADN o ARN y una envoltura proteíca que comúnmente denominamos cápside. Sin embargo, la bacteria, el organismo procariota que va a ser infectado por un virus, posee una arma mucho más poderosa y avanzada, lo que podríamos considerar como una bomba atómica, el denominado sistema CRISPR/Cas.
Antes de dar el pistoletazo de salida para que comience la batalla, tenemos que hablar acerca de este sistema mencionado anteriormente. Los CRIPSRs (en inglés: clustered regularly interspaced short palindromic repeats, o bien, repeticiones cortas palindrómicas agrupadas regularmente interespaciadas) son loci de ADN que contienen repeticiones cortas de secuencias de bases, tras las cuales siguen otros segmentos de ADN espaciador, parecido a secuencias encontradas en virus y bacterias. Además, existe una secuencia líder que se encuentra antes de estas repeticiones y del ADN espaciador.
Estos CRISPRs están frecuentemente asociados con los genes cas, que codifican para proteínas nucleasas denominadas proteinas Cas relacionadas a los CRISPRs. De hecho, en conjunto, forman un dominio de secuencia que se encuentra en numerosos organismos procariotas.
En definitiva, podemos decir que el sistema CRISPR/Cas es un sistema inmune procariótico que confiere resistencia a agentes externos como plásmidos y fagos y provee una forma de inmunidad adquirida.
Pero prosigamos con lo bueno, las diferentes batallas que pueden surgir entre estos dos combatientes. Toma aire, hazte unas palomitas, y ¡no pierdas detalle!
BATALLA 1ª: En un primer lugar, el virus intenta infectar a la bacteria desarrollando su ciclo lítico. Coge su escudo, la cápside, y mediante él se une a la bacteria. Posteriormente, inyecta a modo de espada el material genético dentro de la bacteria. Una vez allí, el material genético vírico toma el control de la maquinaria celular bacteriana, y la pone a trabajar para él. De este modo, la bacteria se convierte en esclava y dedica su energía metabólica a replicar el material genético del virus y a sintentizar proteínas virales para generar un nuevo ejército vírico. Finalmente, los nuevos virus harán estallar a la bacteria provocando su lisis y muerte.
En ésta primera batalla, el vencedor ha sido el virus, pero la guerra no ha acabado aquí, la batalla continúa.
BATALLA 2ª: Tras una nueva infección de virus, la bacteria es capaz de usar su sistema inmune de defensa adaptativo, el sistema CRISPR/Cas. Es entonces cuando expresa y procesa el conjunto de repeticiones-ADN espaciador mencionado anteriormente para transformarlo en su forma madura, crRNA, que formará un complejo con las proteínas Cas. Cuando el material genético del virus contacta con éste complejo, las bacterias llevan a cabo su golpe maestro, inactivando y degradando este material, impidiendo así la infección del virus. Además, como prueba de su victoria, desenvainan de nuevo su hacha de guerra, las proteínas Cas, para tomar un pequeño fragmento de DNA viral e integrarlo dentro de su secuencia CRISPR. De este modo, es como las bacterias adquieren inmunidad adaptativa frente a ese virus, obteniendo así un escudo aún más fuerte frente a una nueva infección por ese mismo virus.
De este modo, se da por finalizada la «guerra», aunque siempre queda algún que otro frente abierto entre estos dos magníficos seres vivos.
Si os ha gustado, aquí os muestro una animación del Instituto McGovern dónde se puede ver cómo funciona el sistema CRISPR/Cas para que no olvides que no eres el único capaz de defenderte de un virus.
Alejandra Aroca Crevillén.